miércoles, 7 de septiembre de 2011

Una semana en Sardegna (V)

DÍA 5
OLBIA-PALAU-ESTRECHO DE BONIFACIO-ISLAS LAVEZZI-ISLA CAVALLO-OLBIA

El quinto día en la isla nos despertamos más temprano de lo habitual, nos esperaba un largo día y teníamos mucha ilusión de ver cómo serían las playas más famosas y exclusivas de toda Cerdeña.
Desayunamos bastante para coger fuerzas y salimos rumbo a Palau. Palau se encuentra a 40 km al norte de Olbia y es una de las ciudades que bordean Costa Esmeralda, es también un lugar importante de destino de barcos y veleros procedentes de Córcega y del archipiélago de La Maddalena. Allí es donde teníamos que coger el barco para hacer el crucero. Habíamos quedado a las 9, llegamos un poco antes por si nos perdíamos y para aparcar en un buen sitio y sobre todo gratis.
Nada más llegar al puerto de Palau vimos un centenar de veleros y barcos amarrados, cada uno correspondía a una agencia encargada de realizar cruceros diarios al archipiélago de La Maddalena y a otras islas.
Nos dimos cuenta que tampoco era imprescindible haber reservado, ya que conforme íbamos andando nos ofrecían un billete para un crucero. No nos costó mucho encontrar nuestra agencia, se llama S.Y. Mephisto y la regentaban Gianni y Maria, un padre y su hija, que aunque no eran muy dicharacheros nos hicieron pasar un buen día.
Nos dijeron que salíamos a las 9:30, nos pusimos una buena cantidad de protector solar y nos hicieron quitarnos los zapatos para entrar al velero. Éramos 10 personas, todos italianos menos nosotros, una familia de Génova y una pareja de Nápoles, así que la conversación entre nosotros no era muy fluída, aunque parecían muy simpáticos y nos sonreían constantemente.
El viaje de ida se me hizo bastante largo, aunque hubo momentos muy divertidos cuando el oleaje nos mojaba de agua bastante fría, estuvimos todo el viaje de ida en la cubierta, la verdad es que era bastante cómoda porque podías estar tumbada ya que estaba acolchada.
Veíamos alejarse el puerto de Palau, luego aparecían pequeños islotes, llamaban la atención las formas de las rocas, erosionadas por el viento de manera peculiar, redondeadas y con diferentes tamaños.
También veíamos pasar otros barcos, barcos más grandes, yates... Tengo que decir que aparte de hacer este viaje en velero, hay una opción más económica que consiste en coger un ferry de varios pisos en Palau en el que puedes transportar tu propio coche y te lleva a la isla de La Maddalena. La desventaja es que aparte de que viajas con mucha más gente no disfrutas de un viaje más largo ni de hacer paradas en islas menos masificadas.
Por fin, después de unas 3 horas de viaje, cosa que me extrañó porque la Maddalena no está tan lejos, parecía que íbamos a hacer una parada en una isla. No nos informaron de donde estábamos, o no me enteré... pero vimos una playa a lo lejos, paramos, echaron el ancla y nos acercaron a la orilla en una lancha, en la que solo cabíamos 6 personas, por lo que tuvo que hacer dos viajes. Nada más bajar de la lancha y pisar la arena te das cuenta de que no estás en una playa cualquiera, lo primero que llama la atención es que hay muy poca gente, todo está muy tranquilo, el lugar era increíble, estábamos rodeados de rocas enormes erosionadas con formas muy redondeadas, el agua era cristalina y adquiría unos tonos turquesas en el horizonte que nunca había visto, la arena no era fina, pero era agradable, habían muchos trocitos de conchas que recogía con disimulo, ya que no sabía si estaba permitido. Por la parte de atrás de la arena había vegetación y un cartel que decía: "Bouches de Bonifacio. Reserves naturelles de Corse. Iles Lavezzi" pues ahí estábamos, en una isla de Córcega, en aguas francesas, no sabía donde exactamente, pero un poco lejos de La Maddalena, como habíamos cogido un trayecto especial más largo, pues pensé que iríamos a La Maddalena a la vuelta...
Nos dejaron una hora de tiempo libre para estar en esta playa
Cartel situado en Islas Lavezzi

Islas Lavezzi

Islas Lavezzi
 Me dio tiempo a todo, a dar un paseo por la orilla, a hacer fotos y sobre todo a bañarme, era el objetivo número uno, bucear y bañarme, ya que tomar el sol no me da muy buenos resultados.
Trascurrida una hora el capitán nos reunió a todos para volver al velero. Una vez allí habían montado una mesa para 10 en la zona del timón, parece increíble como de un barco tan pequeño guardan y montan cosas en un momento en sitios en los que parece imposible, habían puesto una cubierta de tela para que no nos molestara el sol. Empezaron a sacarnos antipasti que nos sorprendieron gratamente: tosta de pomodoro especiado, tosta de queso cremoso sardo, y carpaccio de atún, nos sirvieron agua y vino, desde donde estaba sentada veía la cocina del barco y como nos cocinaban la spaghettata, la verdad es que estaba buenísima, nos pusieron un plato abundante de pasta con gambas, cigalas y una salsa marinera riquísima, luego nos sirvieron café y licores. Pasamos un buen rato durante la comida, entre el vino y los licores nos integramos un poco más en el grupo.
Después de la comida seguimos avanzando en la travesía, y llegamos a otra isla que tampoco sabíamos cómo se llamaba, luego descubrí que se trataba de Isla Cavallo... las imágenes hablan por sí solas
Playa de isola Cavallo

Isola Cavallo

Isola Cavallo (al fondo nuestro velero)

Playa de Isola Cavallo

Playa cristalina de Isola Cavallo


 Estuvimos en esta playa una hora, pero creo que me hubiera quedado a vivir allí. Habían varias casas, no puedo ni imaginar quien vivirá en ellas. La isla Cavallo es sin duda, esa playa de una isla desierta que todos tenemos en la imaginación y a la que siempre tenemos que elegir un único objeto para llevarnos, es simplemente el paraiso.
Aguas cristalinas, azules turquesas... había veces que probaba el agua porque no me creía que fuera salada.
Pero todo lo bueno se acaba, después de un gran baño, cientos de fotos y un tiempo de inspeccionar los alrededores, volvía a por nosotros el capitán, por un momento pensé en esconderme y no volver...
La travesía de vuelta fue mucho más tranquila y relajada que la ida, nos tumbamos en la cubierta, incluso me hubiera quedado dormida, fui diciendo adios a todas las islas e islotes, ya que no creo que vuelva a verlas.
Llegamos a Palau y nos despedimos de nuestros compañeros de travesía. Ahora tocaba volver a Olbia, al b&b a asimilar tanta belleza playera. No nos apetecía ir a cennar al centro de Olbia de nuevo, ya que no tiene mucho interés y ya habíamos estado 2 noches, así que como cerca del b&b había un par de pizzerías, nos dimos una ducha y nos acercamos andando a por un par de pizzas y unas cervezas. Nos tomamos las pizzas en el jardín y queríamos quedarnos un rato charlando, pero se nos cerraban los ojos de sueño, así que nos fuimos a descansar. Mañana tocaba dejar Costa Smeralda, iniciábamos la vuelta hacia el sur, nuestra aventura iba terminando...

No hay comentarios:

Publicar un comentario